Cuando llegué a Asunción me sentí en casa como me he sentido en otras ciudades latinoamericanas, viendo esos grandes barrios periféricos que que nos van anunciando un importante centro urbano. Enseguida noté la gran diversidad de árboles que hay en las calles y el singular estilo de los techos de las casas, casi todos con tejas coloniales. Una ves que arribé al centro de la ciudad, pude ubicar un hotel bueno y con precios accesibles para mi bolsillo. Desde la ventana de mi habitación pude apreciar el conglomerado de edificios y viviendas que conforman el corazón de la ciudad. No es algo que nos impresione como una enorme ciudad, aunque veamos torres de oficinas y apartamentos muy altos repartidos por todo lo ancho de la city. Destaco la hermosa y cautivante vista de la bahía, verdaderamente es casi una postal.
En el centro histórico de la ciudad pude ver la antigua estación del ferrocarril, el Palacio de gobierno, el Cabildo, la plaza de la Democracia, entre otras y muchos otros lugares por los que anduve deambulando con placer y sufriendo los casi 40 grados centígrados de temperatura ambiental que llegaron practicamente a cocinarme. Gracias a Dios había piscina en el hotel.
He podido recorrer en óbnibus, varias avenidas céntricas y he podido comprobar una gran actividad comercial, con locales de ventas muy distinguidos.
Tambien he visto mercados muy surtidos y de muy poca elegancia, pero muy atrapantes por su enorme diversidad de artículos.
Me llevo un hermoso recuerdo de esta ciudad, afortunadamente para mi y para otros viajeros existen empresas que nos dán la oportunidad de obtener viajes baratos, así que a no quejarse y a viajar más seguido, no desperdicien las oportunidades.
